jueves, 23 de diciembre de 2010

Quiero ser espartano

Querid@ lector/a que paseas tus ojos por los vocablos que mi mente vomita, como sabrás mi actitud belicista tinta la mayoría de mis entradas. Bien. Mi pasión por los espartanos viene de viejo. Mucho antes de que  Gerard Butler dijese que cenaría en el infierno. Siempre he querido pasearme por la capital vencedora del Peloponeso. Aceptar órdenes del prohombre conocido como Licurgo. Menuda maravilla. Una civilización temida en tierra y admirada en el mar. Así es como quiero vivir.

Una sociedad en la que la cobardía y el deshonor no son una opción. En la que te arengan desde que eres un charco de semen que morir con honor es mejor que vivir sin él. En la que los valores aún significan algo. Una ciudad libre de lloricas que se preguntan que puede darles el estado. No. Solo hay sitio para los mejores. La fragancia de la élite impregnando cada rincón de la polis. La traición a tu gente penada con el ostracismo y el abandono total. Una capa carmesí, un dory y un aspis surcado por una lambda resistiendo hordas de enemigos que nada tienen que hacer contra el sentimiento de lealtad y amor filial que tu falange se profesa entre sí. Unas madres que rechazan a un hijo si es ensartado por la espalda pues en la herida puede leerse la cobardía de su proceder y un campo en el que refulgen las briznas al son de la gloria de una polis.

La agogé haciendo de las suyas preparando a hombres al servicio de su estado solo para empapar de su reputación a generaciones futuras. Civiles abnegados que trabajan sin descanso para ver a su polis brillar hasta deslumbrar a las demás. Realidad patriótica nada que ver con la de chichinavo que se conoce ahora. Solo quedaría solucionar el tema de sodomizar por norma pero bueno... Ya solucionaremos eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario