viernes, 30 de julio de 2010

El valor de la desconfianza

A día de hoy, con diecinueve inviernos a mis espaldas y cientos de cicatrices en mi rostro, alego que la desconfianza es el único escudo válido en un mundo de intereses. Siempre mantendré que a la evolución le falta ponernos retrovisores por aquello de las puñaladas traperas. La desconfianza son esos retrovisores. Espejos que revelan las verdaderas intenciones de todos aquellos que te rodean. Sin embargo, la utilidad de esta herramienta tiene un precio. Si todas las personas que te rodeasen quisieran lo mejor para si mismos olvidándose de lo que tu deseas, si cada sonrisa y abrazo sonasen en realidad con eco en el oscuro vacío, ¿querrías saberlo?

La lealtad es lo más fácil de quebrar en el espíritu humano. Es por ello que toda persona que hace gala de ella cuenta con mi automática simpatía. Tal vez por eso casi nadie entra en mi círculo de simpatía. Sea como fuere, hay personas en esta vida que cubren con tierra su propia tumba Dios sabe con qué fin. No obstante, como decía un profesor de mi adolescencia: "La comprensión no es requisito para la acción" Por eso no puedo ignorar las acciones de la gente. Acciones que vinieron dictadas por imperativos reales. Tal vez magnificados por el acerbo de un enfado venenoso o por la devastación de una depresión horripilante. Pero reales. Ahora que abro los ojos las sombras me ciegan haciendo de mí un hombre desdichado. Sumido en una realidad que yo no escogí pero que existe y la afrontaré aunque eso suponga caer en el más oscuro de los combates.

En anteriores actualizaciones os hablé de los andenes de la vida y de como la gente coge su tren cuando lo cree conveniente. Es hora de que coja el mío y me aleje de un andén falso y lleno de maledicencia en el que solo priman las confabulaciones y las arenas movedizas.

El pez más grande

Los seguidores del Golfo sabrán de mi debilidad por el entretenimiento videojueguil. Como medio mundo, estoy aficionado al Call of Duty: Modern Warfare 2 jugando en internet en mis ratos libres que siendo estío abarcan todo el día. Con apenas un año de experiencia de campo he conseguido avezarme rápidamente a los controles y a los mapas haciendo de mi gamertag (Gral RaiDeR) una marca a temer. Mi táctica es sencilla. Correr y correr. Quien se cruce en mi camino encuentra la muerte. De hallarse en una habitación cerrada: granada cegadora y vaciar un cargador. Simple, eficaz y divertido. En la jerga del videojuego este proceder se conoce como "rusher". Sin embargo, como todo en esta vida, los rushers nos encontramos expuestos a la forma de vida más bajera y rastrera del universo binario: los campers. Los campers emplean una disciplina mucho más cobarde y por desgracia más extendida que la de los rushers. Abogan por el estatismo, por rodearse de minas antipersona y esperar en un rincón a que la presa pase por delante. Los campers son odiados a lo largo y ancho del mundo por su actitud humillada y poco honrosa. Aunque por desgracia cuentan con cada vez más acólitos en sus filas.

Puestos en antecedentes os contaré un suceso que acaeció a vuestro humilde escritor la noche pasada. En una partida en la que estaba especialmente sembrado se atrevió a desafiarme el mayor perro que os podáis imaginar: Gachiyama12. Arrinconado detrás de una maceta durante quince minutos que suele durar una partida. Dos veces fueron las que me cazó. Una porque estaba escondido. Culpa suya. La segunda porque confié en su honor y en que se hubiese movido. Culpa mía. A pesar de la cabronada había empezado una guerra duelista mucho más emocionante que la simple batalla por equipos. La partida tornó en una espiral de venganza y risas maníacas. La partida terminó 30-13 en mi favor. No contento con haber demostrado sus bajas habilidades y su escasa honra decidió quemar su último cartucho. Me insultó a través de un mensaje privado.

¿Qué creéis que hizo vuestro ya conocido escritor? No pude tolerar tamaña ignominia hacia mi persona. Le desafié a una partida individual que acaba de concluir. El límite de muertes era 30. El primero en coronar la cima debería irse aceptando la superioridad del otro. Las reglas eran escasas aún así no tardó en violarlas. ¿No se pueden usar escopetas? El primero en disparar. ¿No se pueden usar minas? Pisé cuatro. Sin embargo, el saber hacer siempre se impone sobre el juego sucio y el marcador como el algodón no engaña. 30-21. Gachiyama12 aceptó mi soberanía y se tragó el oprobio con la dignidad de un hombre. Aunque demasiado tarde como para tener mérito. La próxima vez sabrá cuando cerrar la boca y aprenderá que siempre hay un pez más grande. Es por ello que yo juego con la lengua quieta y siguiendo unas reglas que ni los demás jugadores ni mis principios admiten que se rompan. Ahora no puedo sino sonreírme y paladear la victoria como si del mejor cognac se tratase. Pero no me relajo. Como dijo Napoleón "hay mucho hijo de puta suelto" y sé que tarde o temprano algún desquiciado onanista volverá a desafiarme y no dudaré en cargar mi arma, pegarme contra una pared y rezar porque ese no sea el pez más grande que yo.

Y vosotros me diréis: "Amo, ¿Qué hacía usted perdiendo una noche de viernes dejándole claro a un chino que era superior a él pudiendo salir de fiesta?"
Y yo os responderé: "Porque la estupidez es una epidemia que hay que erradicar y perdería veinte noches de sueño con tal de bajar a todos los idiotas de la nube en la que viven sin derecho"

Vicente Balaguer

martes, 27 de julio de 2010

Odio

Odio.... (tomando aire)

...que cuando llegue tarde me hagan perdidas. Ya sé que no estoy.
...pisar una mierda y que alguien me diga que trae buena suerte.
...que me digan te lo dije
...tropezarme con algo en la penumbra
...no encontrar algo en la nevera y que esté delante de mi cara
...a Karmele Marchante
...que me haya acostumbrado al agua mineral y ahora la de grifo me sepa a veneno
...que la gente no coja las indirectas
...que la gente me acuse de ser directo porque mis indirectas no las entienden
...que ahora ser español sea sinónimo de facha
...no encontrar la pestaña del celo
...que en la etiqueta ponga picante y lo único picante sean mis cojones
... a los niños que lloran y a sus madres que les ignoran
...a la gente borracha que te dice que te quiere
...a la gente borracha
...el límite de tiempo de megavideo
...cuando en el centro te empujan
...que algunas personas intenten rellenar los silencios del ascensor
...ver un autobús a lo lejos y que al acercarse se sepa que no es el mío
...el calor
...los ruidos intermitentes
...ponerme la camiseta del revés
...despertarme en invierno
...acostarme en verano
...a la gente que se pone las gorras en la cintura
...que cuando apago el despertador siempre vuelve a la carga
...que cuando me destape tenga frío pero cuando me tape tenga calor
...los dependientes que cuando dices gracias te responden de nada. Te acabo de pagar imbécil. Un "a ti" no vendría mal.
...a los franceses
...la gente que habla sin saber
...la gente que quiere saber de la vida de otros porque la suya es un coñazo
...la gente que te pregunta como te ha ido el examen cuando se la suda
...saludar a alguien y que me responda con un hasta luego
...saludar a alguien y que lo interprete como una invitación a pararse y charlar
...que me interrumpan
...que no me dejen interrumpir
...que el audio esté descompensado respecto al video
...que me hagan esperar
...cuando las virutas de la goma de borrar alfombran mi mesa y no basta con soplar
...cuando estás hablando por teléfono y te dicen "un momento"
...los chivatos
...los resabidillos
...la arrogancia
...la gente que no sabe cuando rendirse
...la gente que cree que puede comprar cualquier cosa con dinero
...la gente que piensa que una disculpa borra el pasado
...coger algo del suelo y que al levantarme se me vuelva a caer
...la gente que tiene 500+ amigos en tuenti. No te engañes. Es imposible.
...a ese cereal esquivo que no quiere subirse a la cuchara
...que el bus coja el semáforo en rojo porque una petarda corre para cogerlo y lo hace parar de nuevo
...que mi MP3 se quede sin batería en pleno paseo
...que me quede sin munición en pleno duelo en internet con un imbécil
...las películas de Almodóvar
...a Hannah Montana
...que los de izquierdas defiendan a Zapatero solo por tocar las pelotas
...el fanatismo
...los niños que hablan de sexo con catorce años
...a los canis
...al pelo cabrón nadando en mi boca
...abrir una bolsa de patatas y encontrarme con más bolsa que patatas
...que la gente diga que es fea solo para que le contradigas. Suelo contestar con un: "Bueno, pero tienes otras virtudes"
...la gente que repite las gracias porque no te has reído. No estoy sordo, es que no tienes ni puta gracia
...que se te caiga una moneda y que alguien diga: "Si es redondo es mío"Jaja..........................................
..."cinco" "por el culo te la inco" Pues eres maricón
...resbalarme en la calle cuando llueve
...que la gente se ría cuando se cae. No intentes disimular. Te has hecho daño. Nos tenemos que reír los demás
...que el peluquero haga lo que le sale de los huevos
...la cerveza desventada
...decir "sin hielo". Remover el vaso y amargarte el cine
...la playa y la arena
...las ancianas que hacen topless. ¿Para qué?
...pelar una fruta y darte cuenta de que hay más fruta en la piel que en lo que te vas a comer
...perder el alambre del pan bimbo
...que me digan ¿puedes venir un momento? desde la otra punta de la casa
...oír "tenemos que hablar"
...fregar los platos
...que deje de funcionarme uno de los auriculares
...que sea ilegal el tráfico de drogas pero no el consumo
...que por ser de letras se me suponga idiota. Arrogantes malnacidos
...mojar una galleta y que, al sacarla, se caiga media en el vaso vencida por el peso del suque 
...tener una ocurrencia de las que hacen historia y que nadie esté delante para oírla
...que me dé el sol en la cara
...los hombres que dan la mano como si fuera de goma
...que me toquen. Adorables vestigios de autismo
...que cuando crees que va a acabar esa película eterna te sorprenda con otra escena
...estar en la ducha y que llamen al teléfono
...tener que llevar calzoncillos
...que ser un chico de barra no esté de moda
...que los calvos no acepten que están en el mundo para recibir collejas en aras del humor
...que los zurdos no asuman que nacieron para servir a la gente normal
...levantar algo de una estantería y descubrir que la madera no es gris. Es que está llena de mierda
...ver fotos de antes y preguntarme quien me dejó llevar ese peinado
...que me pregunten "¿Esto me hace gorda?" y tener que elegir entre mis principios o la pacífica mentira
...que no exista un gps para el mando a distancia y para las llaves
...que el ventilador arranque mis posters de la pared
...la gente que pega mientras habla y se ríe
...a los que se halagan a si mismos
...que la zorra del antivirus me grite al oído que la base de datos de virus ha sido actualizada
...a las mujeres que no se respetan a si mismas y se venden por dos céntimos
...moverme
...encender la lámpara y que al minuto esté a 240 ºC
...que me pregunten si me pueden hacer una pregunta
...quienes se cogen una confianza que no sabes de donde se han sacado
...quienes intentan impresionar
...las comparaciones
...la frase de "por qué cuando un tío se lía con muchas tías es un campeón y cuando lo hace una tía es una zorra?" Anda hija... vete a dormir
...la gente que le das la mano y se suben a las barbas
...que la petarda de movistar tarde cuatro minutos en decirme que mi saldo está a punto de agotarse
...cuando te dicen "No se que decir" Mejor
...ser pobre como una rata
...que los extremos del plástico del flash sean como guadañas y me sieguen los bordes de la boca
...coger al gato y que al devolverlo al suelo me deje como un teleñeco
...llamar a alguien y que comunique
...al inventor del buzón de voz
...que la gente confunda la cordialidad con la amistad



Pero sobre todo...odio a la gente que es incapaz de asumir que me cae mal

Vicente Balaguer

lunes, 26 de julio de 2010

La impuntualidad de un ángel

La lluvia comienza a arreciar. Todos llevan paraguas para guarecerse mientras escuchan doloridos las palabras del sacerdote. Yo por el contrario quiero que me empape. Quiero que se filtre hasta mis huesos y me duela. Que toda lágrima que por mi rostro se desliza quede disimulada. El abrigo largo que tanto te gustaba me pesa sobre los hombros. Casi tanto como la visión de un futuro sin ti. Entre mis manos descansa una rosa perlada por las gotas del diluvio. Una rosa muerta. Cortada y alejada de su hogar. Una rosa destrozada bajo mi puño que tiembla de impotencia. Puedo notar como las espinas atraviesan mi piel y me hacen empapar de sangre los guantes de cuero. No puedo evitarlo. Te siento tan cerca y por el contrario tengo que asumir que te están bajando a una tumba de la que solo para atormentarme en mis sueños podrás salir.

¿Quién me iba a decir hace un año que terminaríamos de esta forma? Cuando te vi entrar en el café… Dios. Tan hermosa y tan triste y frágil. Como una flor en un campo de guerra. Qué valor se apoderó de mí cuando te invité a tomar asiento junto a mí. Pareciste reticente y a la par anhelante. Debatiéndose en tu interior dos luchadores igual de poderosos y con argumentos igual de válidos. Sin embargo, vicisitudes del destino, que de ti también se apoderó cierto valor. ¿Qué temías? Mirabas a todos lados sin cesar haciéndome sentir culpable por retenerte. Pero no podría haberme detenido. Ni entonces ni ahora aún a pesar de lo que sé. Las hojas del calendario caían una tras otra y tú ocupabas cada vez un lugar más especial en mi corazón aún a pesar de no saber casi nada acerca de tu pasado. Solo dejabas caer retazos de información enigmáticos y llenos de lagunas. No quise ahondar. Existe una frontera donde el secretismo y la intimidad lindan de forma peligrosa. Nadie es capaz de dilucidarla del todo. Aunque quizás sí que debería haberlo hecho.

El primer cardenal pudo bien disimularse con una historia de torpezas y mesas inoportunamente colocadas. Pero el segundo ya no pudo encubrirse con la misma maestría. El mundo inventado del que me hiciste partícipe distaba del erial pleno de cenizas y sangre en el que vivías. Estabas casada por el amor de Dios… Con un animal, pero casada. Un hombre que te maltrataba y te humillaba de forma continuada. Que ignoraba tu día a día por propia voluntad. Solías llamarme tu ángel, aquel que consiguió salvarte. Tal vez llegué un poco tarde, cielo. Arrojo la rosa dentro de la tumba antes de que quede sepultada por la fría tierra del cementerio. Me enjugo las lágrimas y giro sobre mis talones. Tengo mucho trabajo por delante pues no va a ser el último entierro de esta historia.


miércoles, 21 de julio de 2010

El andén

La vida en cierto modo se asemeja a una estación de tren. Esperas a que pase el tuyo rodeado de gente que está pendiente del horario del suyo. De vez en cuando, entablas una conversación trivial con algún transeúnte mientras que con otros conectas irremediablemente. Sin embargo, siempre acaba por pasar un tren y esa conversación ha de acabar. A pesar de ello, qué cálido resulta el saber que esa persona te recordará incluso cuando cabalgue por sus propias vías. Otras por el contrario, solo miran el reloj en el andén pendientes de sus cosas. Sin hablar con nadie. Anhelando la hora en la que llegue su oportunidad.

Yo, hace unos años, pensé que podría quedarme en la misma estación para el resto de mis días. Hablando con cuatro personas que significaron mucho en mi vida pasada. Pero toda ilusión se hizo trizas pues esas personas subieron a su tren dejándome atrás y haciendo de cada momento pasado algo falso y vacío. No obstante, esas cuatro personas me hicieron feliz durante años y sin pedir nada a cambio. Es doloroso e inútil pensar en lo que son ahora pues para mí siempre seremos el grupo de chavales que reían y comían pipas en un banco lloviera o nevase. Ahora con diecinueve años aún los recuerdo. A pesar de los tres largos años que han pasado. Esas cuatro personas unidas por avatares del destino llevaban por nombre Salva, Felipe, Sandra y Sofía. El nombre del quinto del grupo ya lo sabéis pues era vuestro humilde escritor. Durante años compartimos penas y alegrías recogiendo al instante a cualquiera que cayese. No dejábamos a nadie atrás. Éramos uno.

Llegó el 2008 y todo comenzó a caer. Las risas en el bar del calvo comenzaron a sonar huecas y los pequeños gestos ya no eran perdonables. Yo mantuve una relación con Sofía mientras que Felipe la mantuvo con Sandra. La ruptura de ambas, una por celos, otra por infidelidades, supuso la fragmentación de un grupo escogido para la gloria. Salva por su lado, con su irremediable odio hacia las mujeres, encontraba acritud en mi persona sin remisión. Acabamos por enzarzarnos en una lucha fría en la que no había lugar a la tregua. Siempre fue así en cierto modo y pudo ser así durante años de no ser por el que se suponía el mejor del grupo: Felipe. Tras la infidelidad de Sandra no pudo sino sumergirse en las turbias aguas de la misoginia dejándome a mí aislado en un mundo alejado de la promiscuidad. Llegados a este punto y con las chicas peleadas entre sí por temas que decidí ignorar la colla se disolvió.

Ahora, tres años después, en mi MP3 suena “20 de abril” de Celtas Cortos y recuerdo a las personas que durante años presumí de llamar amigos. Es lamentable que tras tantas vivencias, tantas maldades, tantas cenas, tantas noches de risas y de llantos y tantas cervezas decidieran coger el tren que les alejase de mi persona. No obstante, la vida es cambio y ahora que yo viajo montado en mi propio tren no volvería a ese andén ni por todo el oro del mundo. Aún con todo lo sufrido, no me saco de la cabeza la dichosa canción y no puedo evitar pensar que, de alguna forma, siempre pude haber hecho algo para que la llama de una amistad verdadera y pura no se hubiera extinguido con tanta crueldad.

Vicente Balaguer

lunes, 19 de julio de 2010

Nación psicópata

Vuestro humilde escritor es un ser aficionado a la criminología. Sin ir más lejos, hace no mucho, me leí un libro titulado "El psicópata" de Vicente Garrido. En él se enfocaba la psicopatía no como la anomalía psíquica a la que tan acostumbrados nos tiene nuestra amada televisión. La visión de un hombre balanceándose sobre la punta de sus pies y que sin mediar palabra saca una pistola y abre fuego contra todo aquel que le rodea. La realidad es muy distinta. El psicópata no siempre es propenso a la violencia física y no siempre está a la vista de todos. El campo más verde en el que puede pastar un enfermo de psicosis es en el ámbito mental. Debido a su alteración de la concepción social se ve empujado a menospreciar a sus semejantes, hundiéndolos para así encumbrarse. Paradojicamente, los psicópatas son excelentes seductores, haciéndolos irresistibles para el sexo opuesto. Usan una máscara de galantería y buenos modos que solo emplean hasta que la presa cae en la red. Por otro lado, la empatía se muestra ausente en la conducta de los afectados llegando incluso al extremo de disfrutar de la visión de la violencia a nivel sexual. El origen de la psicosis en el individuo es actualmente un misterio aunque no faltan los argumentos que se afanan por dilucidar esta cuestión. Algunos expertos aseguran que el origen es biológico. A tenor de una malformación en el lóbulo frontal el psicópata es incapaz de discernir entre el bien y el mal, creando así un perfil completamente amoral y carente de todo tipo de sentimiento. El otro argumento se inclina hacia una razón menos fisiológica. La familia, unido con una serie de traumas infantiles reprimidos en lo más hondo de la memoria hace del psicópata una olla a presión inestable. Estos seres se esconden en las sombras deslizándose sobre su arrogancia dentro de las vidas de miles de personas.


Partiendo de estas bases podemos trazar la mentalidad a vuelapluma de un psicópata. Sus motivaciones y sus carencias. Su modus operandi y su manera de vivir. Ahora es cuando lanzo la pregunta mamporrera. ¿Dista acaso la definición de psicópata de la de cualquier persona que vive en este mundo actualmente? Día a día somos bombardeados con noticias construidas con sangre y dolor y continuamos con nuestra vida. Disfrutamos con el dolor del enemigo y más si se lo infligimos nosotros mismos. Tendemos a humillar al diferente para sentirnos superiores, haciendo de cada día de su vida un infierno solo para hacer reír a nuestros allegados. Mentimos, despedazamos la confianza de cada persona que osa tener fe en nosotros. Somos capaces de crearnos una identidad paralela solo para echar un polvo y continuar adelante sin dar explicaciones. No nos importa el sentimiento ajeno. Hemos llegado al borde del barranco, donde no existe calor o emoción. Solo existe la estrategia y el sálvese quien pueda. En este yermo moral, los emotivos perecen y los fríos prevalecen continuando con un mundo corrupto y envenenado que no les corresponde por derecho.

En estas condiciones, no es de extrañar que oigamos las cosas que escuchamos, que nos acostemos cada día preguntándonos a donde está yendo el mundo. Os diré a donde ha ido el mundo. Le clavamos las espuelas en el lomo y decidimos soltar las riendas. Ahora corre a sus anchas por las praderas dejando tras de sí un reguero de sangre y vísceras que nadie, llegado el momento, tendrá el arrojo de limpiar

Disparar. Luego preguntar

Vuestro humilde escritor es un hombre que no conoce el perdón. Tal vez sea porque nunca lo ha recibido o tal vez porque es tan exigente con sus semejantes como consigo mismo. Sea como fuere, errar significa perderme. Es uno de mis peores defectos y, por desgracia, uno de los que más demuestro. Esta realidad hace a la gente huir sino termino por echarlas yo antes de mi camino. Cuando me llaman solitario siempre se dibuja una mueca sardónica en mi rostro pues nunca me consideré como tal. Más bien soy un elitista. Alguien que considera que la amistad es algo preciado y que aquel que no la respeta ni la venera no merece disfrutarla. ¿Significa eso que mi postura es racional? Ni por asomo. ¿Significa eso que es razonable? Sin lugar a dudas.

Puede que suene duro pero es mi realidad. Mi día a día. Perdiendo oportunidades y personas por no saber olvidar. Es mi cruz y aprendí a vivir con ella a cuestas años atrás. Aprendí a sufragar los costes de mi armadura deslucida en mil batallas y a asumir que la protección tiene un precio. El más alto de todos. El precio de caminar sabiendo que mi propia ideología me aparta del mundo aislándome en mi pequeño búnker transparente. No obstante comprendí que las segundas oportunidades no son más que un triste y desolador vestigio de que la primera fracasó estrepitosamente. A tenor de esta sentencia, no puedo evitar el impartir justicia ante las personas que creen que pueden errar y salir impunes. Mis tendencias misantrópicas son relativamente nuevas. Amamantadas por cada persona que quiso lamer las mieles de mi colmena y no pagar la cuenta. Es innegable que toda acción tiene una reacción igual y opuesta. Es por ello que todo acto deja cicatriz. Una huella perenne cuyo único dueño eres tú mismo. Pero ahora todo es diferente. Ahora cada rincón de mi cuerpo luce una marca que me recuerda día a día el por qué está ahí. Es por ello que ahora sé aislar cada atisbo de peligro a costa de matar cada oportunidad de felicidad que la vida me sirve en la mesa. Me parece un buen trato.

No puedo cambiar. No puedo detenerme. Dicen que quien no se fía no es de fiar. Estoy totalmente de acuerdo. Por eso no sé si algún día moriré solo berreando desde mi mecedora que mi postura es la correcta. Si terminaré ahogado en una bañera acariciando a mis veinte gatos en un apartamento de mala muerte. Pero tengo una cosa segura. Nadie volverá a atormentarme por diversión ni mis ojos volverán a humedecerse por errores que no obedecían a mis propias riendas. Lo jura a día de hoy, Vicente Balaguer Esteve.

miércoles, 14 de julio de 2010

La impaciencia del condenado

He bebido. Mucho más de lo habitual que ya es decir. Dando tumbos me dirijo al baño. Al abrir la puerta el aire caliente me seca la garganta. El agua ha comenzado a rebosar en la saciada bañera. Está hirviendo, como me gustaba cuando era feliz. Cuando aún apreciaba las pequeñas cosas. Cierro el grifo con torpeza y dejo la carta sobre el lavabo. Me quito la ropa mientras en mi mente resuenan las palabras que han marcado de forma tan imborrable los últimos años de mi vida. Esos años tan innecesarios e irrisorios. Divorcio, paro, custodia, detención cautelar, embargo, deuda... Todas ellas me señalan y se burlan del escaso éxito que existe en mi vida. Un fracasado de libro.

Mi ex mujer ha vuelto a mis hijos en mi contra. No le culpo. Un golpe fue suficiente para encender la mecha del explosivo que destruyó mi vida desde los cimientos. Un día volví del trabajo (o más bien del bar), donde se anunciaron despidos por falta de fondos. Yo me encontraba entre ellos. Ella insistió en averiguar que me ocurría. Y también el por qué volvía tan tarde y por qué volvía en ese estado. El alcohol en mis venas consideró oportuno el cerrarle la boca con la mano. Aunque no me excuso creo que soy el único que siente compasión de mi persona. Ahora no me queda nada. Me veo obligado a exiliarme lejos de todo cuanto quise por vergüenza y penitencia en un piso de soltero lleno de recuerdos, lágrimas, alcohol y errores. Es por ello que decido perder la vida que tan poco uso ha hecho a nadie. Me meto en la bañera y contemplo la cuchilla que terminará con esta obra de bajo presupuesto. Al acercármela a la muñeca una voz se apresura a interrumpir mi ritual.

"¿Qué prisa tienes?"

Me giro con sobresalto y a mi lado contemplo una figura de larga constitución, completamente enlutada y esgrimiendo una sonrisa como carta de presentación. Coronando su cabeza había un sombrero negro de ala ancha ya corroído por los años. Todo cuanto lucía parecía antiguo y muy usado. Sin embargo, emitía un agradable aroma a malva y a tierra mojada. Me saluda con una inclinación que se ve acompañada de un macabro y desagradable crujido de mil huesos chocando contra unas articulaciones antaño útiles. Intento huir saltando el borde de la bañera pero erro en mi intento resbalándome con el fondo y cayendo estrepitosamente contra el gres. Como era de esperar mis funciones motrices estaban mermadas por el ambarino néctar del que abusé horas atrás por lo que mi intento de frenar la caída se quedó en un cómico vaivén de mis extremidades. Mi cabeza impacta contra el suelo y comienza a darme vueltas. Pero ahí sigue, riéndose, la extraña figura.

"Dime, ¿qué prisa tienes, muchacho?"

"¿Quién eres? ¿Qué haces en mi casa?"

Mientras hablo, las palabras parecen deslizarse por mi lengua en lugar de ser articuladas. La sangre de mi herida se arrastra por mi cara. Aún así nada me aterroriza más que aquel hombre.

"No te haría arreglo mi nombre estúpido personaje. No obstante, mi consejo si te vendría bien"

"Déjame tranquilo viejo. Solo eres una ilusión. Un espejismo etílico"

"Puedo ser eso o puedo ser tu conciencia, puedo ser tus remordimientos, puedo ser un fantasma, tu ángel de la guarda, la parca... pero te diré lo que no puedo ser. No puedo ser algo real"

"¿De qué me estás hablando?"

Se sienta sobre el borde de la bañera haciendo sonar sus marchitas carnes y mete la mano en el agua pero sus dedos la traspasan sin formar onda o salpicadura alguna.

"¿Acaso piensas que alguien real perdería su tiempo por salvar a alguien como tú?”

Las lágrimas comienzan a asomar a mis ojos y terminan por fundirse con el reguero de sangre que surca mi rostro.

“Si has venido a decir esa estupidez puedes volverte al infierno, viejo”

“No, chico. He venido a frenar tu mano. No entiendo esas prisas. La muerte te llegará como a todos y te arrancará de este mundo. ¿Quién te crees para arrebatarle el trabajo?”

“Alguien que ha perdido la esperanza”


La carcajada del anciano hace que, a pesar del calor imperante en la sala, se me erice el vello de la espalda. Me mira sin moverse. Inclinando la cabeza hasta que el sombrero le arroja un antifaz de sombra sobre los ojos. Puedo percibirlos clavados en mí a pesar de que no estoy seguro de si los tiene.

“Siempre queda esperanza si queda camino por andar, amigo mío”

“Mi camino terminó hace mucho, anciano”

“¿Qué te impide entonces coger la cuchilla y acabar con todo? ¿Mi presencia? Sabes que no existo, nadie será testigo de tu derrota final. De cómo te rendiste patéticamente ante una vida que te ganó la batalla. Pero te advierto. No hay nada digno en el final que buscas. Nada poético. La policía encontrará tu cadáver inflado en la bañera congelada cuando la vecina cotilla de arriba se pregunte el por qué de ese repugnante hedor. Cuando tu ex mujer se digne a visitarte en la morgue para identificarte encontrará una sombra del único hombre que una vez amó y le harás cargar con el peso de tener que contarles una noticia tan tremenda a sus hijos que habrán de crecer culpándose de no haberte perdonado incluso cuando no merecías su perdón. Eso es lo que te espera al otro lado. Solo una marea de gusanos que devorarán un plato indigno para ellos. Coge esa cuchilla muchacho y dale la razón al mundo. Diles a voz en grito que no merecías la vida que tu madre te dio y que al comprenderlo te arrebataste el aliento escupiendo sobre cada retazo de futuro que te aguardaba.
Es tu elección, chico. Es tu vida. Ahora he de marchar. No eres el único con problemas”

“No me puedes dejar así. ¿Quién diablos eres?”

El viejo se detiene en el umbral de la puerta del cuarto de baño y se gira con una maliciosa sonrisa.

“Elige la respuesta que más reconforte tu impaciente y condenada alma”

Tomando estas palabras como despedida se vaporiza dejándome tan solo como al principio de la lúgubre e inquietante velada. No me siento con fuerzas de completar mi rito y me dispongo a introducir la mano en la bañera para vaciarla. Sin embargo, una gruesa capa de hielo me lo impide. Una gruesa capa de hielo que representa el último testimonio veraz y material de la aparición de mi siniestro invitado.

Arriba y abajo

Hoy,vuestro querido escritor amateur no encontró nada que hacer un miércoles por la tarde así que consideré que era buena idea el lanzarme desde la azotea de mi casa. Al llegar al cielo me recibió San Pedro tirando por tierra todos mis ideales agnósticos. Era un señor de los que se visten por los pies. Con su barba impoluta y sus sandalias pulidas hasta lo indecible, su manojo gigante de llaves colgando de su cinto y una sonrisa digna del mejor anuncio de dentífrico. No parecía sorprendido. Sin embargo yo miraba a mi alrededor preguntándome que mano me había llevado hacia lo más alto y no hacia abajo como siempre había supuesto. Sobre su mesa de ébano descansaba una carpeta de cartón inusitadamente brillante y perfecto con una serie de papeles ordenados sobre ella. Los hojeó durante unos segundos antes de levantar la mirada y observarme de hito en hito. Me avergoncé de mis vestimentas destrozadas por mi caída legendaria. Crucé mis brazos en un vano e instintivo intento de ocultar mis trapos. Tamaña sorpresa recorrió mi cuerpo cuando descubrí que mis ropajes habían sido sustituidos por una túnica blanca que deslumbraba a quien se atreviera a mirarla. En mi pecho relucía una chapa que rezaba "candidato".
"Aquí no consta que debieras llegar tan rápido Vicente"
"Me extraña que tengáis un registro en el que conste yo"
"Ay hijo... puede que tú no creas en tu Señor, pero él siempre ha creído en ti"
Engullendo el sarcasmo que intentó moldear mis labios a su antojo no pude sino sonreír como cuando un pariente a quien hace años que no ves te dice que se alegra de que estés bien. Para eludir la cuestión de la sagrada pleitesía inquirí sobre las prestaciones que ofrecía el cielo en comparación con la tierra.
"Bueno-dijo aclarándose la garganta- al ser un reino espiritual no conocemos las fronteras ni los límites. Todo cuanto quieras lo tienes solo con desearlo. Campos llenos de frutos deliciosos, opíparos banquetes de los que no te sacias hasta que así lo anhelas, bellas mujeres a tu disposición que nunca declinarán una oferta que les hagas... Por otra parte el conocimiento eterno. Podrás aprender cualquier cosa que suscite tu curiosidad con nuestro servicio de inyección cognitiva y al instante. Y desde que instalamos el canal digital para disfrute de nuestros usuarios somos el destino más demandado. Tuvimos una pugna con el limbo hace unos años con tanto hippie que no bautizaba a sus hijos y tanta madre soltera, lesbiana, atea y abortista. Pero ahora todo va mejor. Tenemos una clientela satisfecha y fiel que nos corresponde con su amor y respeto. La eternidad nunca se antojó tan apetitosa"
"Vaya, Peter... -musité yo paladeando las mieles de la eterna saciedad- Sabes vender lo que vendes. No obstante, soy un hombre complicado. Adoro lo fácil solo porque me parece difícil de encontrar. El hecho de obtener lo que busco cuando quiera es una idea prosaica del dinero terrenal. Además no soy hombre de opulencia"
"Puedes hacer tu eternidad más complicada si así lo deseas"
"Ya, pero el hecho de que se cosifique todo cuanto mi mente formule hace de mi vida algo predecible"
"Bueno, no sería tu vida. Sino tu muerte"
"Me he tirado de un sexto piso para ver que pasaba Peter. No me vengas con tecnicismos. ¿Te molesta que te llame Peter?"
"Aquí nadie se molesta por nada. Puedes expeler las chanzas que quieras. En los aledaños del señor no existe la rabia"
"Pues que divertido..."

Fui conducido al interior en un tour gratuito para probar las instalaciones en mis propias y difuntas carnes. Visité el centro espiritual donde se reunían los caídos a comentar sus lances de cuando vivían pues, ¿qué podían contar de su otra vida que los otros no imaginasen? Al detectar mi morro torcido, San Pedro me apartó de las miradas inquisitivas que recibía mi chapa de "candidato". Al otro lado de la plaza central se hallaba el centro de concubinato. Un paraíso sexual repleto de imaginaciones materializadas por las mentes más reprimidas de la historia. Pregunté por el lugar y San Pedro sonrió para sus adentros. El Señor pasa inspección cada mes, explicó, y cuando eso ocurre escondemos el centro de concubinato pues no es de su agrado pero los ángeles y el resto del personal opinaron que los fenecidos merecen una alegría por su vida de represión carnal y abstinencia. Pero aún a pesar de lo completito que estaba el paraíso no vi ningún bar cerca. Pregunté por si había una zona en la quinta nube a la izquierda o algo similar donde el aire estaba hecho de cerveza. San Pedro se rió y me negó categóricamente mis esperanzas. El alcohol, aún a pesar de la permisividad del personal, estaba completamente prohibido. Cuando me recuperé del mareo continuamos el paseo a lo largo de unos jardines inmensos de densidad floral perfecta y bellos animales que no se mostraban hostiles ante las visitas. De antuvión, el escenario mutó. Las flores perecieron y los animales comenzaron a pelear entre si. San Pedro se alarmó llamando a todo el mundo a la calma. Pregunté acerca de lo que había ocurrido. Al parecer mis pensamientos se habían materializado haciendo de la perfección algo vacío y aburrido y dejando entrever la delicia de la complicación.

Al acabar el recorrido me metió en un despacho donde sacó mi expediente. Abrió el libro y comenzó a sacar más hojas de las que allí había en un principio. Todo tan perfecto como siempre. Brotaron fotografías y conversaciones literales que me hicieron sentir violado y profanado en mi intimidad. Sin embargo pude recordar vivamente ciertas experiencias agradables y otras no tan agradables.
"Aquí no os aburrís con tanto cotilleo ¿verdad?"
"No mucho. Siempre tenemos lo que deseamos"
"Si, eso he oído últimamente"
"¿Sabes por qué estás aquí?"
"No"
"Pues lo cierto es que yo tampoco. Has sido egoísta, grosero con quien no te importaba, irresponsable, te hemos oído blasfemias que resonaron por los foros del cielo durante meses, has tenido pensamientos impuros para ocupar cien vidas. No te he visto rezar desde la primera comunión, te burlas de todo aquel que se acerca a ti, les gastas bromas pesadas y nunca perdonas un error pero al parecer el Señor te quiere para algo que aún desconozco"
Parece que no todo es tan perfecto en las villas del creador.
"Mira, Peter. ¿No tendrías un folleto del infierno por ahí?"

lunes, 12 de julio de 2010

El Golfo 2: el retorno

Tras subsanar una serie de diatribas personales, viajes a la capital de las españas, amueblar mi mente y restituir mis motivaciones el Golfo vuelve a actualizarse de forma regular. Manténganse a la espera de todo cuanto me digne a mostrar


Vicente Balaguer

viernes, 9 de julio de 2010

El calor de la noche

De noche siempre se piensa mejor. Al menos ese siempre ha sido mi caso. Son las 5 de la mañana y podría atribuirse mi insomnio a que ni intento dormir. Te daré una explicación ya que la mereces al perder tu tiempo en el Golfo. Cuando la chusma se acurruca en sus jergones y los pájaros esconden la cabeza bajo el ala, cuando la luz se va a descansar y deja paso al reino de lo oculto y lo sombrío mi mente se activa. Se expande como por arte de magia, dando pista a las que considero mis mejores obras. La hora bruja me hace pensar, me hace recordar y olvidar, me hace apreciar la soledad y me hace imaginar. Un período de tiempo que realmente me pertenece. Sin atender el teléfono ni esperar una interrupción que es el anticipo de una sonrisa falsa. No. En esta habitación solo moramos mis recuerdos, mi iguana lesbiana y yo. Dando rienda suelta a mis pensamientos y a mi inspiración. Soy un ser nocturno y ahora que llega el verano y no tengo que rendirme al despertador puedo sucumbir ante el sueño a las 6 de la mañana. La oscuridad, mi feudo. Mis ojeras, condecoraciones. Mi habitación, mi trinchera y mi cerebro mi arma.

Entre los goznes de mi ventana puedo vislumbrar como la luz del alba comienza a acuchillar los últimos y tímidos retazos de sombra que quedan en mi guarida. Es hora de cerrar la paraeta y marcharse a la cama pues mañana aguarda otro día que superar antes de volver a sumirme en las tinieblas que tanto cariño y calor me brindan.

El peso de la corona



Vuestro querido y humilde escritor es un hombre de vicios sencillos y poco numerosos. Me muerdo las uñas, dibujo, me doy un baño cada viernes defecándome en la cabeza de los recursos naturales, leo libros que no se leyó ni el autor solo por chulería y me meto con la gente. Pero podría decir que mi afición reina es el entretenimiento virtual tan arraigado en la mente juvenil.

Suelo devorar los videojuegos que caen en mis manos y los quemo en menos de un mes. Sin embargo hay uno que está representando una adicción preocupante y un desafío a superar. El Europa Universalis III. Rival binario por antonomasia. De una dificultad sublime y con unos gráficos que dejan mucho a la imaginación se trata de un juego de superestrategia en tiempo real. Encarnamos la piel del dirigente del país que nosotros elijamos y debemos encargarnos de gestionar todos y cada uno de los aspectos gubernamentales de nuestros aledaños. Incluyendo las rebeliones de paletos que se suceden de forma irritante e incontenible en las diversas provincias. Como supondréis, escogí Castilla como un señor que se precie y me dispuse a unificar Europa occidental bajo el estandarte de las españas. El juego comienza en 1305 y cada año dura poco más que 1 hora. Teniendo en cuenta que ahora me encuentro en el año 1589 podemos concluir que ser historiador es un chollo que te deja mucho tiempo libre.

Este juego me tiene en vela, ocupando mis momentos libres desde enero. Fatídico día en el que acepté instalarlo en mi virginal disco duro. No obstante no tardé en apreciar cada una de las distintas facetas de tan conspicuo juego. Obligado a firmar alianzas con países que me repugnan (véase Francia) conseguí conquistar el reino nazarí de Granada, el reino de Aragón y el norte de África viendo como Marruecos y Fez se inclinaban ante los decretos dictaminados por mi egregia persona. Llegando a 1400, la Península Ibérica cantaba mis alabanzas y toda Centroamérica lamía las polainas de mis conquistadores clara y culturalmente superiores. Como era de esperar, no tuve por bien esperar a que Francia llegase al 1789 e hiciese cosas que no gustan. Me lancé a la conquista de tierra gabacha una vez los lusos estuvieron fuera de combate. Inglaterra se frotó las manos desde su trono y se deslizó por Calais a la conquista oportunista de tierras que me pertenecían por derecho. En 1450 media Francia besaba mi enjoyada mano y mis arcas estaban saturadas de forma insultante. Si algo nos ha enseñado la historia es que el vulgo es envidioso por definición. La ralea ingrata se me sublevó inclinada hacia ideología protestante en 1457 arrebatándome territorios de la antigua Francia oriental. Como bien dijo Calígula: “Que me odien mientras me teman”. Ordené la quema de los dirigentes insurrectos y la situación no pudo sino mejorar. A la altura de 1462 mi país se refocilaba en un remanso de paz. Los consejeros eyaculaban al ver mi inmaculada efigie en cada rincón de palacio y mi heredero gozaba de buena salud. No fue hasta 1500 cuando todo comenzó a venirse abajo.

Mis tentáculos se extendían sobre tierra azteca e inca dejando entrever unas intenciones imperialistas que no gustaban a las ratas europeas. El papa no tardó en relamerse su sagrado belfo mientras solicitaba cada vez más y más tributo a lo que me negué categóricamente. Cuando comencé el juego me juré que mis bolsillos no los rebañaría ni Dios. Lo decía literalmente. Fui instantáneamente excomulgado. Mi heredero, Juan III pereció bajo las fauces del cólera. Una mala cosecha deshizo la estabilidad de mi magna nación. La turba se agolpaba a las puertas de palacio por lo que respondí con la displicencia de quien no ha de mezclarse con los de sangre roja. Hice cargar a mi infantería mauriciana contra el campesinado lo cual, no entiendo por qué, no gustó. Inglaterra me declaró la guerra alegando que soy una “escoria sin honor” y vulnerando nuestra otrora perenne alianza. Derivo la mitad de mis efectivos a las costas francas para defender mi imperio. Austria se sube al carro en mi contra. Nicolás de Nicuesa, gran hombre y mejor persona, siendo el último general respetable bajo las órdenes del rey, protagonizó una de las mayores victorias que nuestra imponente nación ha visto jamás. En Finisterre aposté a 10.000 hombres que aguantaron estoicamente la acometida de 15.000 ratas inglesas a la espera de los 30.000 caballos que se acercaban haciendo temblar las tierras desde Foix. Nicolás de Nicuesa murió en combate y en gloria. Que Dios guarde su virtual alma. Mientras tanto, mi imperio colonial es devorado por las tropas indígenas que reivindican su maldita y paupérrima identidad. Son pertinentemente castigadas por las tropas de Txapalec que se lanzan raudas sobre sus emplumadas testas. Sin embargo acaban por conquistar la antigua tierra inca dejando mis rutas comerciales mermadas y mi moral bajo mínimos. Inglaterra terminó por arrasar la parte norte de mi imperio dejándome arrinconado contra la actual y ridícula Andorra.

Estando excomulgado como un perro sarraceno, con mi corona corroída por el óxido de la corrupción de la corte y por la muerte de mi único y valeroso hijo, arrinconado por los que antes se dignaban a llamarme aliado y con la soldadesca mermada por el oportunismo y la baja disciplina de una generación de oficiales patanes e inútiles (a los que ajusticié en la plaza de la capital como me pedía mi conciencia) , no tuve más remedio que hacer lo que cualquier hombre en mi situación haría. Comenzar una nueva partida y volver a cometer los mismos errores pero más rápido. Esos perros calvinistas me las pagarán. Arrasaré sus islas con mi armada y machacaré su conciencia nacional para que rindan patética y plena pleitesia ante mi magnífica figura. Y yo, desde mi trono de mimbre y con mi corona del Burger King reiré a mandíbula batiente regocijándome en la muerte de los lobos sedicionistas que jamás debieron poner a prueba mi paciencia imperial. Pero sobre todo, aniquilaré cada ser viviente que more entre las paredes del estado pontificio. El papado ha hecho brillar su ilegítimo anillo por última vez.

España, por la gracia de Dios.


PD: Este juego saca lo peor de mí




Vicente Balaguer

domingo, 4 de julio de 2010

Gabinete de novedad

Como la de todo hombre ocioso, mi mente está en constante cambio y renovación. Así pues, mi blog (muestra material de todo cuanto por mi cerebro campa) ha de hacerlo también. Es por ello que declaro inaugurada la sección "Memorias de un desterrado". No, por favor. No te levantes.
Como todo hijo de vecino me veo influido por otras ideologías y mi compañera blogera becca me ha metido en la cabeza que en todo blog debe revelarse algún detalle de la vida de quien lo alimenta. Ya va siendo hora de que el Golfo mute y adopte un cariz más...personal. En Memorias de un desterrado daré rienda suelta a mis recuerdos y vivencias para compartirlos con toda persona que tenga el cuajo de leer lo que mi infame cerebro se digna a mostrar.


Vicente Balaguer

viernes, 2 de julio de 2010

La espiral oscura

“Escucha muchacha. Sé que puedes oírme. Sé que puedes oírnos. Somos los que hacen que temas la oscuridad. Que se te encojan las entrañas cuando estás sola. Es hora del cuento, princesa. Vives en un mundo podrido. Repleto de vileza y tenebrosas intenciones. No necesito que me hagas caso. Empiezas a notarlo. Disfruta de tus mantas de dibujos animados y tus peluches mientras puedas. Tarde o temprano se marchitarán. Al igual que tu alegría cuando descubras que cada persona que se acerque a ti será para conseguir algo a cambio y que, de no obtenerlo, devorará tu cuerpo y tu mente hasta lamer los huesos en la parte más profunda de su cueva. Los chicos buscarán tu flor para arrancar cada pétalo sin gozarlo y las chicas envidiarán tu belleza y tu éxito en el colegio. No dudarán en chafar cada sueño que te atrevas a emprender. Sé lo que estás pensando. Mis padres me blindarán las espaldas ¿Crees que estarán para protegerte siempre? Más espejismos. Perros con diferente collar. No son quienes dicen ser. Siempre tan sonrientes y felices. Empiezas a percibir que tu padre bebe y que tu madre es una fracasada que le consiente y espolea sus vicios que no son pocos. ¿Por qué lo hace? Porque así no le grita. No son diferentes a quienes temes. Solo se desviven patéticamente por protegerte hasta que puedas enfrentarte al exterior. No saben una cosa. No saben que nadie es capaz de enfrentarse al exterior. Todos y cada uno fenecen bajo el peso de la falta de escrúpulos del homo sapiens. Sin embargo, a pesar de su protección hoy has sido mala ¿no es así? Has mirado la tele demasiado tiempo. Has visto cosas que no deberías haber visto asustada conejita. Una anciana en Madrid murió la semana pasada. Hoy han encontrado su cuerpo devorado por sus propios gatos. Sus hijos no notaron su ausencia. Un hombre asesinó a su amada esposa a golpes por un móvil pasional. Demasiado amor junto ¿No crees? Ese es el mundo que te espera con los brazos y las piernas abiertas. Esperando que te amorres a su abotagado pezón y chupes cada gota que rebosa antes de que lo hagan otros. Pero no eres así. Eres una estúpida niña que se siente mal con el dolor ajeno. No sabes aprovecharte de los demás ni de tu posición. Por tus principios vives y por tus principios caerás. Sabes que es hora volar y de abandonar el cálido nido. Cuidado dulce niña, no tardarán en dispararte los cazadores. Acabarás formando parte de la misma espiral. Una espiral de odio y falsedad que nadie puede eludir. Solo podrás ayudar a que gire más deprisa pues cada persona que ha escogido correr a contracorriente ha sido absorbida por la espiral y es pertinentemente castigada por su ingenuidad dejando atrás sus valores. Todos desaparecen bajo la influencia de aquellos que los perdieron hace tiempo. No te creas mejor que los que te rodean desde tu trono moral. Abraza tu condición humana. Lánzate desnuda e indefensa al lado sombrío de la conciencia. Ahora toca jugar. Disney era un buen jugador en la teoría pero la práctica toca a tu puerta. Yo soy tu maestro en la práctica preciosa. Soy la voz que nace de tu almohada, de tu armario, de debajo de tu rosado camastro virginal. Coge mi mano y te enseñaré donde acaba la espiral oscura”

“¡Mamá! Hay un monstruo en mi habitación que me da mucho miedo…”

“Lo sé, hija. Se llama adolescencia”

jueves, 1 de julio de 2010

Ahora podrás descansar en paz

Conduzco rápido. Tal vez demasiado. Infrinjo unas cuantas leyes y aún a pesar de las cámaras viales que registran mi matrícula no suelto el acelerador. Cuando acabe la noche, unas multas de tráfico serán el menor de mis problemas. El aliento caliente que impacta contra la boquera de mi casco empaña parcialmente el visor en contraste con la gélida temperatura exterior. Levanto la visera y acelero aún más. Esquivo a una anciana que cruza un paso de cebra y por poco pierdo el control de mi motocicleta. Sin embargo la enderezo con los muslos y continúo mi camino. A lo lejos puedo ver su chalet. Al frenar, la parte de detrás se encabrita. Bajo de la moto antes de que la rueda trasera descanse. Me quito el casco y saco la cadena de hierro del maletero. Si alguien me preguntase que iba a hacer con ella le respondería que no tenía ni idea. Sólo sabía que la necesitaba. Toco al timbre por puro civismo. Él abre la puerta. Lleva una bata de terciopelo. Muy hortera y muy acorde a su posición de falso rico. Arrogante como solo él sabe ser consigue decir unas palabras: “¿Qué coño haces tú aquí?” Digo consigue pues le introduzco en la casa agarrándole de las solapas de la bata. Una furcia que le hacía compañía se levanta apresurada y semidesnuda del sofá cubriéndose con una manta y ahogando un grito por el estrépito. Le conmino a sentarse con ademanes violentos y esgrimiendo la cadena con la mano derecha. Puedo oír como el idiota intenta huir. Le persigo por media casa hasta que le alcanzo en la cocina. Suelto la cadena y le hundo mis puños en la cara. Puedo notar como los huesos se quiebran bajo mi fuerza. “¿Policía?” La zorra está invitando a gente a mi fiesta. Y eso no me gusta. Le propino otro golpe coercitivo para que no se levante y me encamino hacia la sala de estar. Arranco el teléfono y lo lanzo lejos. La chica se cae al suelo dejando ver su cuerpo desnudo bajo la manta. Le cojo de la cara con la mano apretando sus mejillas contra sus dientes y le advierto que será la próxima como vuelva a abrir la boca. La lanzo contra el sofá donde se queda temblando. Se había meado encima la cerda.

Al volver a la cocina se presentaba desierta. La cadena seguía en el suelo y el pequeño Hansel me había dejado un rastro de migas de sangre que solo debía seguir. Se dirigían al piso de arriba. Volví a la salita y cogí al zorrón que se resistía a su inevitable destino. Sube al piso de arriba encanto. Cuanto más te resistas a jugar más larga será la partida. Acepta subir entre sollozos. En la habitación de arriba el pequeño cabroncete había atrancado la puerta. De una patada la derribo y oigo un gemido. El muy imbécil se había puesto detrás para escucharme subir. Aparto la puerta. No me queda mucho tiempo hasta que llegue la policía. Las heridas que le había causado en la cocina no tenían nada que hacer contra las que le había abierto la puerta. Le faltaban algunos dientes y no paraba de escupir sangre contra la moqueta. Arrojo a la puta a sus pies. Ambos dos. Testigos vivientes de una humillación. La humillación de mi familia. Me vibran los puños. Anticipados a mis pensamientos. Sabedores de cuánto va a ocurrir. Poderosos e imparciales oráculos del sufrimiento ajeno. La cadena tintinea ansiosa por impartir justicia. Las imágenes tatuadas a sangre y fuego en mis párpados se me presentan sádicas cada vez que cierro los ojos. Recordatorio de un pasado que nunca debió existir. Él abrazando a mi hermana en el altar para luego maltratarla cada noche. Ella llamándome a cada mañana entre llantos. Presentándose en urgencias cada viernes cuando volvía borracho del bar. Ayer me llamó entre estertores, fruto de la paliza que le había propinado. Cabalgué sobre mi moto como un relámpago. Pero cuando llegué su corazón había dejado de latir. No voy a permitir que pase a disposición de otro juez que no sea yo y el amor que sentía por mi hermana. La cadena se eleva así como mi sonrisa. Al descender se escucha un crujido. El crujido de su cráneo destrozando su primitivo cerebro. El crujido de lo injusto pereciendo bajo el poder de lo que se debía hacer. Escucho a la policía entrar en la casa a pesar de los alaridos del putón.
“Cállate golfa, que no me van a oír ¡Estoy aquí agentes!”