sábado, 27 de noviembre de 2010

¡Lectores! ¡Que el sol brilla!


Puede que esto sea lo que la gente optimista sienta todo el tiempo. Pero para mí esto es una bendita revelación. Hoy querido lector, me he despertado con un buen humor de tres pares de cojones. ¿Y cómo es eso sacro ultraemperador? Yo te respondo querido amigo. En el estimado agujero que es mi habitación comencé a divagar como ya es habitual en mí. Me di cuenta de que pronto alcanzaré las dos decenas y como si de una crisis de los veinte se tratara, la luz se hizo en mí. Tranquilos, no me he hecho cristiano. Sigo agnóstico por la gracia de Dios. Solo me percaté a grandes rasgos de que no tengo edad para maldecir ni despotricar.

En la lasitud que la duermevela trae consigo, me arropé con mis pensamientos y recuerdos. Bien es cierto que mi adolescencia no la puedo tildar de satisfactoria y mucho menos mi infancia. Pero ahora todo es diferente. Me va bien en los estudios por vez primera en la universidad, tengo una pareja que me quiere y a la que quiero, unos amigos que cuentan conmigo para los grandes planes y para los momentos de llanto y con los que yo puedo contar también. Estoy empezando a pillarle el gusto y una destreza primitiva a la guitarra y el cómic en el que tanto tiempo llevo trabajando por fin está tomando una buena forma.

El lado sucio de la moneda nunca se me mostró más irrisorio. Me he librado de la paja de mi vida social (referida en anteriores entradas como el andén o el agua clara y el chocolate espeso) que vino a buscar lo que le convenía y se llevó lo que nunca sabrá entender. Por otra parte, me he percatado de la esencia de cierta persona de la que no tardaré en desprenderme si es que no lo he hecho ya. Permanece atento querido lector. Esto va a explotar.

Todo esto no lo hago por fardar. El Golfo nunca será un pedestal a mi persona. No lo es ahora y no lo será jamás. El Golfo es una ventana al vestíbulo de mi mente. Una pequeña demostración de lo que se gesta en el interior de mi cráneo. Dicho esto solo me queda decir que no soy el único que se puede sentir así hoy. Te invito, querido lector, a que hagas inventario. Haz recuento de todo cuanto has ganado por ser tú y los escollos de los que te has librado. Las personas sobrantes que se han quedado en el camino es el mejor galardón que puedes lucir en tu estantería. Todo ello te hará darte cuenta de que tenemos el poder de manejar lo que nos queda de vida. El resto, será historia.

Así que, en resumidas cuentas, Vicente Balaguer no se desenmascara como alguien renacido. Tengo muy presente que es cosa de un día. Pero hoy por hoy, he descubierto los Golden Grahams con mermelada de arándanos (gracias yo) y la navidad y mi cumpleaños brillan en el horizonte próximo. Sabido esto no me queda otra que abrazar a mi pequeña, brindar por el mundo que dejo atrás y sonreír con esa sonrisa de pandillero juvenil que mi madre me dio. Y bien harías en hacerlo tú.

2 comentarios:

  1. "Abrazar a mi pequeña" Te como :)
    Me alegro que estés así de feliz chiquitín, te mereces todo lo bueno que hay en este mundo.
    Te quiero muchísimo, mi futuro veinteañero :D
    Tu futura enanita, todavía ¬¬

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  2. estoy muy contenta de que estes asi de pletorico,te quiero, 2 decenas...muac..

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