Los seguidores del Golfo sabrán de mi debilidad por el entretenimiento videojueguil. Como medio mundo, estoy aficionado al Call of Duty: Modern Warfare 2 jugando en internet en mis ratos libres que siendo estío abarcan todo el día. Con apenas un año de experiencia de campo he conseguido avezarme rápidamente a los controles y a los mapas haciendo de mi gamertag (Gral RaiDeR) una marca a temer. Mi táctica es sencilla. Correr y correr. Quien se cruce en mi camino encuentra la muerte. De hallarse en una habitación cerrada: granada cegadora y vaciar un cargador. Simple, eficaz y divertido. En la jerga del videojuego este proceder se conoce como "rusher". Sin embargo, como todo en esta vida, los rushers nos encontramos expuestos a la forma de vida más bajera y rastrera del universo binario: los campers. Los campers emplean una disciplina mucho más cobarde y por desgracia más extendida que la de los rushers. Abogan por el estatismo, por rodearse de minas antipersona y esperar en un rincón a que la presa pase por delante. Los campers son odiados a lo largo y ancho del mundo por su actitud humillada y poco honrosa. Aunque por desgracia cuentan con cada vez más acólitos en sus filas.
Puestos en antecedentes os contaré un suceso que acaeció a vuestro humilde escritor la noche pasada. En una partida en la que estaba especialmente sembrado se atrevió a desafiarme el mayor perro que os podáis imaginar: Gachiyama12. Arrinconado detrás de una maceta durante quince minutos que suele durar una partida. Dos veces fueron las que me cazó. Una porque estaba escondido. Culpa suya. La segunda porque confié en su honor y en que se hubiese movido. Culpa mía. A pesar de la cabronada había empezado una guerra duelista mucho más emocionante que la simple batalla por equipos. La partida tornó en una espiral de venganza y risas maníacas. La partida terminó 30-13 en mi favor. No contento con haber demostrado sus bajas habilidades y su escasa honra decidió quemar su último cartucho. Me insultó a través de un mensaje privado.
¿Qué creéis que hizo vuestro ya conocido escritor? No pude tolerar tamaña ignominia hacia mi persona. Le desafié a una partida individual que acaba de concluir. El límite de muertes era 30. El primero en coronar la cima debería irse aceptando la superioridad del otro. Las reglas eran escasas aún así no tardó en violarlas. ¿No se pueden usar escopetas? El primero en disparar. ¿No se pueden usar minas? Pisé cuatro. Sin embargo, el saber hacer siempre se impone sobre el juego sucio y el marcador como el algodón no engaña. 30-21. Gachiyama12 aceptó mi soberanía y se tragó el oprobio con la dignidad de un hombre. Aunque demasiado tarde como para tener mérito. La próxima vez sabrá cuando cerrar la boca y aprenderá que siempre hay un pez más grande. Es por ello que yo juego con la lengua quieta y siguiendo unas reglas que ni los demás jugadores ni mis principios admiten que se rompan. Ahora no puedo sino sonreírme y paladear la victoria como si del mejor cognac se tratase. Pero no me relajo. Como dijo Napoleón "hay mucho hijo de puta suelto" y sé que tarde o temprano algún desquiciado onanista volverá a desafiarme y no dudaré en cargar mi arma, pegarme contra una pared y rezar porque ese no sea el pez más grande que yo.
Y vosotros me diréis: "Amo, ¿Qué hacía usted perdiendo una noche de viernes dejándole claro a un chino que era superior a él pudiendo salir de fiesta?"
Y yo os responderé: "Porque la estupidez es una epidemia que hay que erradicar y perdería veinte noches de sueño con tal de bajar a todos los idiotas de la nube en la que viven sin derecho"
Vicente Balaguer
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