miércoles, 9 de junio de 2010

Respeto y terror

Son muchos años en la calle. Compartiendo hostias y mierda con mis compadres. Unos porritos en el parque, unas cuantas palizas al primero que nos miraba mal. Vivimos como dios. Hay gilipollas que nos llaman banda. Me cago en sus putas madres. No nos parecemos a esos gitanazos de la plaza. Como les odio. Cada vez que le reviento la cabeza a alguno de ellos me corro. Es demasiado, tronco. El Javi dice que me pasé destrozándole la cara al Adri. Que ahora me tocaría pagar. Han pasado dos meses y aquí estoy. Aguantando mis cojones en su sitio. Además ese mal nacido se lo tenía merecido. Que aprenda a no mirar a mi piba. De todas formas a mí me la suda. No soy yo quien está en un hospital respirando por un tubo. Ahora en el barrio se me conoce más. Mi nombre se oye en los rincones de esta mierda de ciudad. El que dejó hecho mierda al Adri. Si supieran lo fácil que fue. Lloraba como una niña maricona y juraría que se meó encima el muy imbécil. Como es normal lo conté en mi grupo. Siempre nos descojonamos cuando lo imaginamos. Un debiste haberlo matado por aquí. Un ole tus cojones por allá. Ahora soy alguien. Mi viejo me decía que buscase el respeto de la gente. Que le den. Es un inútil. Lleva toda la vida currando como un matado y no tiene el respeto ni de su propio hijo. Yo soy diferente. Tengo un grupo que me sigue. Que sabe de lo que soy capaz. Y ahora lo sabe toda la ciudad.

Vuelvo a mi casa después de un día de fiesta hasta las tantas en el parque. La vieja de la finca ha llamado a la pasma de nuevo. Maldita sea su calavera. Estamos pensando en hacerle una buena. Es la única forma de que nos deje en paz de una puta vez. Los canutos ya no me alegran como lo hacían. Me saco el papel y una china del bolsillo y me siento en un banco. Estoy liándome el peta y veo como tres de los gitanacos de la plaza se ponen delante de mí. Hijos de puta. Se lo que están buscando. Y lo han encontrado. Lanzo el porro contra el suelo a medio hacer y me levanto. Pego mi frente contra la del gitano que tiene más cojones. Me parece conocerle. Es el cabrón del Gadea. Un pieza pero sin media hostia. Parece achantarse y todo se queda en una mariconada como siempre. Siguen diciendo gilipolleces pero se alejan. “Estás muerto” “Perdiste la oportunidad” La oportunidad de mataros cuando debía. Puedo ver como aparca un coche detrás del banco. De él salen cinco de esos hijos de puta con unos bates y cadenas. Era de esperar. Me saco el cuchillo que llevo en el trasero. Si muero lo haré matando. Por detrás me dan un golpe con la cadena de la moto y caigo al suelo mareado. “Te íbamos a decir que nos dejases en paz y te dejaríamos en paz. Pero eres un tolai muy cabezón. Que no escucha’ gilipollas” Me pisan la mano y me quitan el cuchillo. Comienzan a ensañarse con mi espalda. Puedo notar como la sangre me inunda la boca. Grito sin parar. Pero parece ser que me he quedado sin aliados a base de crearme enemigos.

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