"Y va a ser así, papá" |
Ahora el pequeño Jake y yo estamos solos. Mandé a Lucy a casa de su hermana para que pudiera conciliar el sueño dos noches seguidas lejos de los desgañitados sollozos del bebé. La depresión postparto y el rechazo involuntario que vierte sobre Jake no es lo más conveniente para nadie. Aunque bien es cierto que la terapia está empezando a dar sus frutos, no la quiero cerca del bebé durante mucho tiempo hasta que esté recuperada. De todas formas me las arreglo bien con el pequeño. Derramo unas cuantas gotas de leche sobre mi muñeca que queman mi piel al instante. Entre maldiciones preparo otro cazo de leche en el fuego esta vez controlando mejor el fuego.
Disfruto del sonido del gas prendiendo y de las gotas aporreando mi refugio transparente. Bendito silencio. Silencio. ¿Por qué hay tanto silencio? Jake había dejado de llorar. Con paso dubitativo entro en la habitación y veo la cuna iluminada por la escasa luz de las farolas. La habitación olía extraño. Una mezcla de gasolina y el hedor cobrizo de la sangre humana. Al acercarme al camastro un frío lapidario me atenaza el pecho. Mi aliento se transforma en un vapor gélido que me hace estremecer. Pero nada era comparable a la visión que se presentaba ante mí. Un relámpago sesgó la uniformidad de las nubes e iluminó el rostro infantil de Alan que mecía al bebé en la mecedora con macabra ternura. El terror que me invade tiene un doble reflejo de tristeza que me destruye por dentro. Enciendo la lampara de pie de la esquina para cerciorarme de lo que mi instinto me insinuaba. Desearía no haberlo hecho. La cara de mi primogénito estaba llena de cristales y los brazos formaban ángulos imposibles. Su peto vaquero estaba empapado en la sangre que perdió cuando aún estaba con vida. Levanta la mirada y me mira con desolación.
"¿Tan pronto me habéis olvidado papá?"
Mis labios se abren para dejar escapar un sollozo ronco. Las lágrimas comienzan a resbalar por mi pómulos y no puedo sino dejar que la impotencia tome las riendas de mi corazón. Temo por Jake. Temo por mí. Quiero abrazar a mi hijo. A ambos. Quiero despertar de esta pesadilla y el despertador no suena.
"Dijiste en mi entierro que nunca me olvidarías"
Levanta su brazo mutilado y acerca su mano a Jake.
"Y va a ser así papá"
Dicho esto le coloca la mano sobre el pecho al bebé y una sombra le cruza la cara dejando entrever una sonrisa diabólica entre lamentos. Hago valentía de flaqueza y me arrojo sobre lo que antes era mi hijo. Veo como el bebé cae al suelo y yo destrozo la mecedora con el peso de mi cuerpo. Al levantarme puedo escuchar los llantos de Alan que retumban en las paredes alejándose. Desesperado, cojo a Jake en mis brazos y noto el helor de su carne mientras compruebo que no respira. En mis oídos resuena como en un mundo lejano el repiqueteo de las gotas sobre la casa y el borboteo de la leche que desborda del cazo.
Madre mía q camino estas cogiendo chico!haha
ResponderEliminarNo quiero pensar de donde sacas la inspiración =$
DIOS, ME ENCANTA VICENTE, ME ENCANTA!!!
ResponderEliminarComo puedes escribir tan bien? :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias pequeña! :D No escribo bien. Solo me dejo llevar por la demencia :P
ResponderEliminarme encanta,a pesar de ser terrorifico y muy triste.Eres alucinante.
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