El mañana, un arma de doble filo

Cuando alguien corre más de lo que su cuerpo le permite tiende a cansarse y a sobreexplotar sus límites. No es extraño que en estas condiciones termine por desorientarse y por tropezar con una piedra evidente por mantener la mirada en el horizonte. A rasgos metafóricos la humanidad se encuentra en este punto. Sorprendidos de nuestro propio potencial nos dedicamos a desarrollar sin rumbo nuestras diversas vías de expansión. Medicina, robótica, tecnología del ocio, armas… Aunque no abogo por el estancamiento tecnológico sí que llamo a la cordura y pregunto: ¿Por qué? No necesitamos un móvil que parezca un ordenador, no necesitamos tuenti, no necesitamos facebook o Messenger. ¿Cuándo fue la última vez que echó de menos realmente a alguien? Los sentimientos verdaderos se han evaporado. La gente habla con palabras de fogueo y la premisa de que las apariencias engañan es más real que nunca. Ya no hay quien se actualice en este rápido y repulsivo mundo. A este punto de arrogancia hemos llegado. Solicitar lo que no necesitamos. Y a quien se atreva a decir que antes se vivía mejor se le llamará loco. DVD hace cinco minutos. Abre los ojos troglodita. Lo que realmente separa a la escoria de la gente meritoria de respeto es el blu-ray. ¿Qué es eso? Un DVD más caro. Eso es todo. Mi estantería está combada bajo el peso de los VHS. ¿Los recuerdan? Esos ladrillos de plástico que nos hacían gozar tanto. A mi memoria viene el recuerdo de cuando mi madre trajo el primer DVD a casa como un heraldo de un futuro bien lejano. Lo reprodujimos emocionados para decepcionarnos dos minutos después. Ese era el sonido y la imagen tan fastuosos que los anuncios prometían. Lo cierto es que la única imagen que recuerdo es la de los carteles promocionales que solo hablaban de DVD y el sonido que se grabó en mi mente el del eco de nuestros bolsillos. No hay duda de que lo que mueve el mundo ahora es el sucio dinero arrancado de las manos de los idiotas que lo despilfarran para quejarse más tarde de que no llegan a fin de mes. Móviles pequeños, televisores grandes. El resultado no es otro que niños que se encuentran más abrigados mostrando sus pre púberes pectorales en el “vota mi cuerpo” que leyendo un libro. Si no quieren abrir los ojos corte la electricidad de la casa. En menos de un minuto alguien entonará el “me aburro”. Y luego nos extrañamos de que seamos los últimos en educación.

Lo realmente escandaloso se esconde en las altas esferas. Sigan el hedor a billete y las encontrarán. Armas que suponen un insulto a la humanidad e industrias farmacéuticas que inventan virus y placebos para expoliar al pequeño y asustado consumidor. Seguid gritando “¡lobo!” que ya verás que pronto os devora el verdadero. Gripe A. La gran pandemia de nuestro siglo. Comparable a la peste negra pero peor. Evacuaciones y cuarentenas. Hablad de muertos y no de su proporción frente a los infectados. Aterrorizad a la población y así podréis ponerles un collar más férreo. Ah no. Que es una gripe más. Ya lo dice el pelijas del anuncio: “Es una gripe normal”. Eso lo dices ahora porque no estuviste en España cuando era zona cero que si no ahora estarías bajo tierra. Pero hemos sobrevivido. La evolución nos diseñó para ser así. Para adaptarnos al territorio. De saber que acabaríamos aprovechándonos de él se habría centrado en desarrollar al urogallo escandinavo. Sin embargo, el humano sigue siendo el rey en logros evolutivos y necedad. No era de extrañar que no tardásemos en sacarle provecho a algo tan benévolo y altruista como la medicina. Otros sectores se han visto corrompidos por esta oleada de inexplicable vanidad. ¿Dónde está esa cajera pechugona del Carrefour? En casa en paro por culpa de una máquina que no hace mejor su trabajo pero al menos no se queja. ¿Y ese niño iraquí tan majo? En silla de ruedas a causa de una mina anti persona desarrollada para mutilar, no matar. Este es el nuevo mundo que predijeron los mejores utopistas, señores. Aplíquense el cuento o dejen paso a la manada.