lunes, 3 de enero de 2011

El origen del Golfo



Ayer compré el periódico y me lo papé casi entero (quemando la parte de economía a ser posible) como es habitual en mí. Me leo los titulares y luego finjo estar ducho en temas del politiqueo. Pero el suplemento dominical llega a mis manos. En él habían encuestado a 50 escritores coetaneos a mi persona. La pregunta era sencilla pero no por ello fácil "¿Por qué escribe?" Puede que la respuesta que más me gustó fue la de Eduardo Mendoza que respondió "Nunca me lo he planteado así que no tiene importancia para mí" Me imagino el gesto del pobre periodista con el boli en mano o la tecla bajo ella mirando a Eduardo como si hubiera pagado entrada. Pero esa fue su respuesta. Soy Eduardo. Cuando te vayas me quedaré aquí en mi sillón de orejas molando un poco más. Toma nota nene.

La sucinta respuesta de Eduardo que me llegó tan hondo me hizo reflexionar pues a mí no me trae sin cuidado mi motivación. Yo sé que la tengo. O las tengo. Lector/a, aquí van las razones por las cuales te torturo con estupideces a granel.

-La escritura me parece un pasatiempo tan válido como cualquier otro. Sentarme en mi cama con la luz macilenta del ordenador alumbrándome la sonrisa torcida y esgrimir un vaso de coca-cola brindando con mi insomnio. Disfrute imperial.

-Puede que llegue a ser mi modo de vida en el futuro. Siempre pensé que moriría a la sombra de la cordillera Cantábrica con una pluma en mi puño y un tintero desparramado sobre el roble de mi mesa señorial. Hasta entonces no me queda otra que garabatear y pulirme gracias al super Golfo que tanta ayuda me presta. Pues la escritura es eso. Lectura y aprendizaje. Todo aquel que asegure que escribir es innato es solo un amargado que pretende robaros vuestro sueño. Hacedme caso a mí que viviréis más.

-Fuga total. Cuando escribo me evado. No existen los problemas. Solo intentar plasmar la belleza que imagino en un papel inmaterial llevada a cabo por unos personajes que lleguen. Una herramienta de ficción en este mundo en el que lo real pocas alegrías trae. En mis relatos tengo el control. Aunque debe ser en lo único en que lo tengo, puedo matar a mi personaje, puedo dejarle marchar o puedo disfrazarle de arlequín. Todo vale pues este es mi feudo.

-El torbellino gris del desterrado. Voy por la calle, oigo una canción, leo un comic o veo una película y un relato aflora en mi mente. Desperezándose asqueroso en mi cerebro y conminándome a dejarlo salir. No quiero engañar a nadie. Yo quiero dejarle salir. Disfruto liberándolo y viendo de lo que soy capaz. Y así han sido 200 entradas más las que se habrán perdido en la memoria.

-Porque pocas cosas se me dan bien.  Me considero un hombre artístico. Creativo cuando menos. Toqué el palo de la poesía y el de la escultura. La danza me queda para septiembre y la música estoy en ello. Me quedé en la deliciosa llanura de la pintura y la escritura. Y aquí permanezco. Si no escribo y no dibujo ¿Qué hago? ¿Drogarme e irme de putas? Ah, y también soy extremista.

-Porque soy libre. No soy esclavo de mis palabras. Puedo volver a entrar y corregir cada palabra y cada acento. Sin desesperar a mi interlocutor. No me avergüenzo de mis fallas pues todo puede corregirse sin rastro alguno. Sin causar mala impresión en nadie. Como dije, todo vale.


Pues aquí lo tenéis lectores. El Golfo después de todo tiene sentido y todo. Ya solo le falta dinero.


"¿Por qué escribe usted?"
"Por la misma razón por la que bebo. Porque no me encuentro bien"

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