Tiempo ha pasado desde que el matador, José Tomás fue ensartado cual brocheta por el segundo animal de la tarde. 15 centímetros de cornada en el muslo izquierdo que le atravesó la femoral y casi le cuesta la vida. No les ha faltado tiempo a los amantes de los animales para frotarse las manos y rezar a un Dios en el que nunca creyeron por la muerte del diestro.
Aquí el señor se declara antitaurino y debo admitir que me parece un espectáculo bárbaro y una tradición digna de los más oscuros años del medievo. No obstante, el desear la muerte ajena es si cupiese una costumbre igual de primitiva. La ley del Talión tiene algunas virtudes por las cuales yo presumo de abogar. Sin embargo tiene un contra muy flagrante que es el siguiente. Cuando decides vengarte y actuar de la misma forma que aquel que te ha causado semejante mal pierdes la licencia de juzgar y creerte superior a tu atacante. Eso es justo lo que está ocurriendo en las calles con el riesgo de muerte del diestro. La gente que tan civilizada se cree censurando los toros, llamando asesinos a los que los torean y demás ahora sube fotos a las redes sociales haciendo gala de su pasión antitaurina mostrando la imagen de la cogida. Damas y caballeros, amantes de los animales, ¿Qué derecho tenéis a lapidar a un asesino si vosotros celebráis y os alegráis por su muerte?
Llegará un día en el que los toros solo se puedan apreciar en los prados de las Castillas y los toreros trabajen en algo útil pero dudo que algún día la hipocresía sea erradicada de este mundo en el que cada vez brillan más las opiniones de los idiotas.
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