sábado, 6 de marzo de 2010
El oscuro pasajero
Míralos bien. A todos ellos. Malditos hipócritas. Estampa nefanda de la falsedad. El metro se retrasa y no puedo sino pensar en las retorcidas mentes de quienes, abstraídos en los pecados que no se atreven a confesar ni a sí mismos, miran las vías con desesperanza. No es tan raro el llevar una máscara. Todos llevamos una. Hasta el más feliz sobre la tierra. No considero un delito el portar una y esconder a los demás ese pequeño lado malvado que nos acompaña a todas horas. Ese oscuro pasajero que se desliza por lo más profundo de nuestro ser. Conocedor de todos nuestros secretos y el único que se desvive por mermarlos sea cual sea el precio. Es aquel que dirá lo que nunca dirías, hará lo que nunca harías y desafiará a quien nunca desafiarías. Aquel que al vislumbrar la luz te hará sorprenderte de tu propia capacidad. En nuestra lucha por mantenerlo a buen recaudo para contentar al resto, no hacemos sino alimentar su poder y hacer que nuestra máscara sea la única herramienta útil para el día a día hasta que no diferenciemos entre la verdadera y la falsa. Bien. Ha llegado el momento de contentarte a ti mismo. Seres de artificio, os conmino a dejar salir a vuestra criatura. Pero precaución, no es de extrañar que se acabe volviendo contra vosotros mismos.
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