Hoy en día, pocas son las mujeres que no se obsesionan con su propio físico y que luchan a brazo partido por cambiarlo. Bien es cierto que a todos nos gusta que alguien desconocido nos mire y nos dedique una cándida sonrisa. No obstante, ¿Hasta donde puede llegar la fijación por arrancarle a alguien una de esas sonrisas?
No existe día en el que la televisión, los anuncios y la propia gente aquejada del mismo mal nos bombardeen con la insania que provoca el "cuerpo perfecto". La publicidad muestra modelos que no se han llevado a la boca nada desde lo del muro de Berlín y la televisión idolatra a las famélicas y moribundas famosas y humilla a las que tienen un cuerpo natural y humano. No es de extrañar que en este ambiente las adolescentes se sientan presionadas incluso impelidas a moldear sus carnes hasta la extenuación con tal de satisfacer al público que nunca tendrán. Hacen sufrir a sus familias y a si mismas y todo porque no somos capaces de asimilar que el físico no lo es todo. Incapaces de asimilar que una mujer es más que capaz de volver loco a un hombre sin estar en su peso "ideal". Incapaces de asimilar que unos dedos que huelen a vómito, unas costillas que podrían rayar el más duro de los quesos y un trasero que ya ni existe no son las mejores armas para seducir a un hombre y avivar las envidias de las amiguitas. Pero esa es la realidad y el frivolizarla con desfiles de moda que muestran mujeres corroidas por su propia locura portando unos trapos que jamás osará ponerse nadie solo consigue poner de manifiesto nuestra bajeza como especie. Una especie que se afana por buscar lo que no puede alcanzar y ni se para a pensar en las consecuencias del trayecto.
El día a día de estas muchachas no cabe en la mente de la gran mayoría de los seres humanos. Tal vez por eso los niños no dudan en machacar al gordo de la clase o en apartarlo como si tuviera la peste negra. Pero si erradicamos y censuramos lo realmente censurable es posible que la mentalidad cambie y existan menos mujeres de cuerpos artificiales que están más cerca de la muerte que de la perfección que jamás supieron encontrar.
Me ha gustado mucho este artículo, más razón imposible. Sigue así.
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